Roland Emmerich se siente cómodo haciendo películas de ciencia ficción y cine catástrofe, y ha basado su carrera (al menos sus trabajos más importantes) en ese género. El planeta Tierra sufre una nueva calamidad en Moonfall: esta vez, la luna se nos caerá encima, y solo un grupo de personas pueden evitarlo.
El director de Independence Day (1996) y su secuela -20 años más tarde -, escribió el guion junto a Harald Kloser -con quien trabajó en Independence Day Resurgence (2016) y 10.000 BC (2008)- y Spenser Cohen, autor de Extinction (2018). Una historia en la que KC Housemann (John Bradley) descubre que la luna está fuera de órbita y se acerca cada vez más hacia nosotros.
Housemann es ignorado por la NASA y debe recurrir al astronauta caído en desgracia Brian Harper (Patrick Wilson) para intentar dar a conocer este hecho a las autoridades (que lo descubren casi de forma simultánea). Junto con Jocinda Fowler (Halle Berry), una ex compañera de Harper, ahora prácticamente directora de la NASA, deberán detener la amenaza.
Moonfall: el apocalipsis según Roland Emmerich
Moonfall tiene un ritmo interesante, pero tarda en unir los hechos relevantes para generar conexiones temáticas y así cerrar la idea general de la película. Emmerich crea un lore impactante y complejo respecto a productos anteriores. Está claro que busca crear una franquicia a partir de este proyecto, pero el problema es que se da a conocer recién en el tercer acto. Para un proyecto de 130 minutos, esto es hacerse esperar.
Uno de los puntos positivos de Moonfall es su campaña publicitaria. Los trailers dan exactamente con la clave de lo que se va a contar y venden el producto tal cual es. La cinta coquetea con lo absurdo en varias ocasiones, sobre todo considerando que el personaje de Bradley es un conspiranoico mega estructuralista que tiene una idea delirante sobre lo que el satélite de nuestro planeta es en realidad, lo que llevará a que las relaciones con los demás personajes sean un poco inverosímiles.
El humor está manejado de forma que cumpla con los requisitos mínimos de este estilo de blockbuster, pero se siente poco, y la mayor parte aparece en los trailers.
Además de la tardía presentación de la mitología, está la cuestión del tono de la película, que en varias ocasiones camina por una línea entre la seriedad y la comedia, y en muchos momentos parece no definirse por un camino predominante que sea complementado por lo demás. De esta manera, el espectador es algo alejado de los personajes.
Las actuaciones son correctas -al igual que la música de Harald Kloser junto a Thomas Wanker, y la fotografía de Robby Baumgartner, con quien Emmerich había trabajado en Midway (2019)- y cierran un trabajo correcto, pero no deslumbrante.
Moonfall cumple con la intención de entretener, pero en varios momentos parece apostar a no hacer nada más.