Crítica MaXXXine | Nace una Estrella

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Ti West cierra su trilogía slasher con MaXXXine, una versión glamorosa y despiadada de los excesos y el pánico moral de la era de Ronald Reagan.
3/5

No hay nada más bello y perturbador que una idea fija. Inmóvil, detenida, un eje, un polo magnético, un campo de fuerzas psíquico que atrae y devora todo lo que encuentra. MaXXXine cierra la trilogía X de Ti West con otro cuento amoral sobre una obsesión tan vieja -la fama- como nueva -la necesidad de ser vistos, reconocidos, celebrados-. Maxine Minx (Mia Goth) tiene una especie de manía avant le lettre: sabe que el anonimato es una de las formas de la inexistencia.

MaXXXine dentro de la trilogía de Ti West

X (2022) había presentado a Maxine de Goth como una aspirante a superestrella que intentaba utilizar la nueva industria del video casero para adultos para lanzar su carrera, solo para ver sus sueños destruidos por una geriátrica homicida. El estilo de Ti West era un sórdido homenaje al porno granulado y a las películas de terror de los años 70’s, que supuraba sexo sucio y el retorcido sentido del humor de Tobe Hooper. La precuela Pearl (2022) era la atormentada historia de origen de su antiheroína titular, un tributo a las películas en Technicolor de la década del ’30 con un trasfondo perverso que reflejaba los traumas y el horror que se esconden detrás de toda ambición desmedida.

Las dos películas forman el reverso corrosivo de un cuento de hadas. Maxine y Pearl son dos mujeres que encuentran en las películas una educación integral: física, cerebral, psíquica, moral, filosófica, óptica, sexual. La celebridad implica cambiar su vida por una mejor. Por eso huyen hacia los espacios indefinidos del futuro: lo posible es lo que tiende a la existencia, como si lo que se puede imaginar sucediera y pasara a formar parte de la realidad. Ellas se miran al espejo, fuman mirando el vacío de un tiempo sin tiempo, donde lo que se espera es algo tan tangible que las personas sin sueños lo llaman neurosis.

MaXXXine se desarrolla seis años después de los acontecimientos de X, que terminó con la final girl de Goth saliendo de una granja llena de cadáveres directamente hacia el centro de gravedad del star system: Hollywood. Al igual que las dos entregas anteriores, MaXXXine es una carta de amor a una era pasada del cine; al igual que sus predecesoras, es una historia de sexo y asesinato. Pero esta vez las influencias de West se inclinan hacia los clásicos del cine negro ambientados en Los Ángeles: luces de neón, pantalones de cuero, cocaína y chorros de sangre forman una atmósfera densa, vibrante en su sordidez y la violencia como una terapia de shock. 

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Mia Goth como Maxine Minx en MaXXXine de Ti West

Maxine en el lado salvaje de Los Ángeles

Los mejor de los años 80’s es que después vinieron los 90’s. Y Prince. MaXXXine se desarrolla en el contexto de las ansiedades morales de la era Reagan: una década frígida, fluo, consumista, en la que la superficialidad se convirtió en ética y la religión en una comisaría virtual con poder de legislar la cultura. Una ciudad en estado de psicosis colectiva, donde Hollywood es percibido como una invención satánica para extender el imperio del Mal sobre las bellas almas estadounidenses.

Para Maxine, Los Ángeles es una zona de promesas. West la enmarca como una ángel de la noche, decida e intocable, que se mueve entre callejones laterales, locales para voyeurs y estudios cinematográficos, mientras los informes de los noticieros hablan sobre el asesino en serie real conocido como Night Stalker. Una ciudad en el borde del mundo, los signos del horror marcados en el asfalto: como en Body Double de Brian De Palma y en Hardcore de Paul Schrader, Los Ángeles adquiere el aspecto de un escenario fantasmagórico, donde se desarrolla un espectáculo permanente de decadencia y falsificación.

Maxine tiene 33 años y mucha actitud. Camina entre la escoria del mundo del entretenimiento para adultos, pero está decidida a hacerse un nombre también en el cine convencional. Su manager, Teddy Night (Giancarlo Esposito), le consigue un papel secundario en la secuela The Puritan II, dirigida por Elizabeth Bender (Elizabeth Debicki), una directora de terror clase B con ínfulas de Sidney Lumet. “He visto al diablo”. Maxine pronuncia las líneas de diálogo de The Puritan II con tanta naturalidad y pulso homicida que no hay duda de que está diciendo la verdad.

“En este negocio, hasta que no eres conocido como un monstruo, no eres una estrella”. La frase que abre la película y configura la trama de la historia es de Bette Davis. Sin embargo, MaXXXine sigue el modelo establecido por su archienemiga, Joan Crawford: los secretos sucios del pasado amenazan su futuro. Un hombre poderoso encuentra a Maxine a través del investigador privado John Labat (Kevin Bacon, disfrazado de Jack Nicholson en Chinatown), y amenaza con revelar lo sucedido en Texas seis años atrás.

Cuando las investigaciones de los asesinatos del Night Stalker -realizadas por los detectives Williams (Michelle Monagham) y Torres (Bobby Carnnavale)- conspiran contra su incipiente carrera, Maxine continúa decidida a enfrentarse al mundo con su mantra: “No aceptaré una vida que no merezco”. Hay una determinación inquietante en ella, que no se dejará asustar por los cuerpos que se acumulan en la morgue, su dolor o los secretos de su pasado.

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MaXXXine cierra la trilogía de Ti West

La voluntad de poder de Mia Goth

Si MaXXXine carece del núcleo dramático de Pearl y no puede salir de su condición de pastiche multiplicador de referencias cinéfilas, también tiene destellos de originalidad en la forma en que West representa sus personajes y sus temas -la devoración de actrices por parte de la industria, la paranoia ambiental, el ocaso de las luchas libertarias en la era del capitalismo salvaje, la aversión actual de Hollywood al sexo-. No es tanto la dimensión “meta” la que constituye el fundamento de la trilogía como la oposición continuamente renovada entre deseo sexual y puritanismo.

Mia Goth sale ilesa de la película. Con las inseguridades de Pearl apoyándose en los delirios de grandeza de Maxine en X, en MaXXXine dibuja un personaje melancólico y distante, alerta y paranoico, con una determinación psicótica de triunfar. Nunca mostrará empatía hacia las mujeres asesinadas, y no duda en cometer atrocidades contra quienes obstaculizan su camino hacia el éxito. Ella no pretende ser un símbolo de resiliencia ni una figura de empoderamiento. Es monstruosa como un semidiós mitológico que se abandona por completo a su voluntad de poder.

Además, la mayoría del tiempo Maxine se pasa observando y escuchando a otros personajes en silencio, una subversión de las expectativas de la estelaridad y una sublimación efectiva del narcisismo de las estrellas de cine. Como en Pearl, sólo Mia Goth da a la película la libertad a la que aspira con una actuación tan discordante y encantadora como histéricamente vulnerable.

Primero con X, luego con Pearl y ahora con MaXXXine, Ti West demostró habilidad técnica para forjar un nuevo espacio cinematográfico entre el terror y el cine de autor indie, un estilo que brilla bajo una superficie artificial de referencias cinematográficas y significantes culturales. “Cruda, real y despiadada” es como Bender, de Debicki, describe la presencia de Maxine / Goth en pantalla. No se puede decir lo mismo para describir a MaXXXine.

CRÉDITOS

MAXXXINE

3/5
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Dirección

Ti West

Guion

Ti West

Fotografía

Eliot Rockett

Música

Tyler Bates

País

Estados Unidos

Duración

103 minutos

Reparto

Mia Goth, Elizabeth Debicki, Michelle Monaghan, Bobby Cannavale, Kevin Bacon, Giancarlo Esposito, Lily Collins

TRÁILER

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