Crítica El Sistema KEOPS de Nicolás Goldbart con Daniel Hendler y Alan Sabbagh
Fernando Blansky (Daniel Hendler) es un guionista que no pasa por un buen momento laboral: tiene poco diálogo con su esposa y su hija adolescente prácticamente lo detesta. Esto hace que se pase la mayor parte del día navegando por internet buscando algo que lo saque de su situación. Así se cruza con una de esas publicidades que prometen solucionarte la vida, pero la terminan de convertir en un infierno: una logia llamada Sistema K.E.OP/S le comienza a mandar mails extraños con instrucciones; le hace saber que lo están filmando y lo chantajean con fotos y videos que prueban un supuesto engaño a su esposa. Con la ayuda de su amigo Israel (Alan Sabbagh), logra ubicar a quienes lo vigilan.
Desde la dirección, Nicolás Goldbart trabaja sobre una atmósfera angustiante que nos hace sentir la paranoia que pasa por el cuerpo de Fernando, una incertidumbre que es pura reacción ante la vulnerabilidad de no saber de dónde viene el peligro, así como por la ineficiencia de las autoridades para solucionar el problema. Hendler (25 Watts, Los Suicidas, Los Paranoicos, Virus: 32) brilla en esos momentos de mutismo, en una interpretación física que transmite perfectamente estas sensaciones. La química con Sabbagh es la que hace que el film vibre, y hace evolucionar al personaje de Fernando a través de esa relación, empujándolo mas allá de sus límites.
El Sistema KEOPS maneja un tono de comedia negra que sostiene la trama. No escatima en mostrar sangre cuando lo necesita, y los chistes a veces son sutiles, otras alevosos, pero todos funcionan. La fotografía por momentos es impactante, encontrando la belleza en cuadros de paisaje urbano y tomas con una estética lograda, como en la escena del departamento de la Logia. El guion promete más de lo que ofrece: una idea de secretismo muy buena pero poco explorada, que aumenta el coeficiente de misterio, pero que deja finalmente muchas preguntas respecto de dónde comenzaron y dónde terminaron los protagonistas.
Si en su ópera prima Fase 7 (2011) Goldbart hacía un retrato de la sospecha social en el ambiente cerrado de un edificio en cuarentena, en El Sistema KEOPS lleva la paranoia a su siguiente nivel de extravagancia. Una película que recrea el cine grindhouse y lo transforma en una pesadilla suburbana llena de cinefilia y humor absurdo, que hace del exceso un territorio narrativo inestable: el ideal para el itinerario físico y mental de dos amigos en su viaje al fin de la noche porteña.