Crítica Desierto Privado (2021) | Larga Distancia

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En Desierto Privado, Aly Muritiba muestra un Brasil popular saturado de prejuicios para colocar en el centro del relato a dos cuerpos que se buscan y rechazan en un juego lleno de histeria, dudas y apariencias.
3/5

Desierto Privado: Brasil, Mon Amour

Deserto Particular (Desierto Privado) es romántica por naturaleza, dramática por el tono y social por los ambientes que recorre. El director Aly Muritiba muestra un Brasil popular saturado de prejuicios para colocar en el centro del relato a dos cuerpos que se buscan y rechazan en un juego lleno de histeria, dudas y apariencias. Una película que trabaja la relación entre la masculinidad y la homosexualidad en el encuentro de dos vidas atrapadas en entornos distintos pero igualmente represivos, ligados por un hilo invisible a las pulsiones ideológicas del patriarcado.

Antonio Sabonia interpreta a Daniel como un animal herido que está sobreviviendo a sus propios errores. Es un policía militar suspendido de servicio que espera el juicio por haber agredido brutalmente a un cadete en un rito de pasaje para los novatos de la escuela castrense: la virilidad que se pone las plumas para exhibirse. El video de la escena fue tomado por lo medios y se convirtió en noticia nacional. No solo puede perder su trabajo, sino también su libertad. 

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Antonio Saboia como Daniel en Desierto Privado de Aly Muritiba

El largo prólogo de Desierto Privado se dedica a mostrar a un hombre en sus rutinas, que actúa mecánicamente en función de su deber: tiene que cuidar a su padre -un ex sargento militar-, que tiene problemas mentales y de movilidad. Hay algo de estoico en Daniel, pero también de aceptar las cosas como son sin cuestionarlas. Su cable a tierra es Sara, una chica que conoció por internet, que vive lejos, que un día no contestó más sus mensajes. Sin ese ansiolítico virtual, cae en la desesperación: hará 3000 kilómetros para encontrarla.

El amor en los tiempos de Bolsonaro

Muritiba cambia de punto de vista en la segunda mitad de Desierto Privado para convertirla en un díptico sobre el Brasil extremo de la era Bolsonaro. Si Daniel vive en un mundo dominado por la lógica del mandato familiar y militar, Sara vive un mundo dominado por la lógica de la superstición evangelista. Una es la realidad de la acción, la otra es la realidad de la ilusión. Porque Sara (Pedro Fasanaro) es un chico que trabaja en el mercado de frutas, vive con su abuela religiosa que lo quiere curar de su homosexualidad y tiene fantasías trans. 

Con un guion inteligente, que va dosificando la información para que la historia se vaya desarrollando naturalmente -pero que a veces no puede escapar de los clichés y el melodrama-, Muritiba da una mirada precisa y sensible sobre la vida cotidiana de sus personajes. El director de fotografía Luis Arteaga contrasta los tonos apagados de los suburbios del sur con la aridez luminosa de los pueblos del norte para hacer una topografía de hábitos sentimentales. No es el Brasil de la samba y la caipirinha, es el Brasil kitsch de Total Eclipse of the Heart de Bonnie Tyler

Entre The Crying Game (Neil Jordan, 1992) y My Private Idaho (Gus Van Sant, 1991), Desierto Privado escenifica la tensión entre lo visible y lo invisible en un cuento moral sobre las apariencias y el erotismo que mide los signos de lo contemporáneo de un país conservador y sus mecanismos de adaptación forzosa para domesticar el deseo. Un viaje existencial de autodescubrimiento, la interrogación íntima de dos cuerpos en tránsito atravesando la textura áspera, el calor y la nada del desierto.

DISPONIBLE EN HBO MAX.

CRÉDITOS

DESIERTO PRIVADO

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Dirección

Aly Muritiba

Guion

Henrique Dos Santos, Aly Muritiba

Fotografía

Luis Armando Arteaga

Música

Felipe Ayres

País

Brasil

Duración

121 minutos

Reparto

Antonio Saboia, Pedro Fasanaro, Luthero Almeida, Thomas Aquino, Laila Garin, Sandro Guerra

TRÁILER

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