Cómics sobre el Márques de Sade

cómics sobre el Marqués de Sade
Los textos del Marqués de Sade (1740-1814) son pura sustancia erótica, la fórmula química de la sexualidad: fantasías masturbatorias en las que el deseo está liberado de todo límite, de todo tabú, de toda culpa. Figura histórica y mito, su visión del cuerpo como algo infinitamente degradable sirvió a distintos artistas a exhibir una estética de la crueldad. Hush presenta los cómics sobre el Marqués de Sade que exploran su vida y su obra.

El Gran Libro De Los Raros: Historias Reales De Los Más Grandes Excéntricos Y Visionarios

DC Comics, Paradox Press, 1995. Escrito Por Carl Posey. Ilustrado Por 67 Artistas.

Una breve biografía del marqués de Sade aparece en Big Book of Weirdos: True Tales Of The World’s Kookiest Crackpots & Visionaries, una antología de vidas de personajes maniáticos, extravagantes, alcohólicos, megalómanos, yonquis, satanistas, geniales o con algún rasgo de inestabilidad y excentricidad que los hayan caracterizado. Personajes que de algún modo participaron en la historia o en el pensamiento moderno: desde Rasputín a Hitler, pasando por Burroughs, Poe y Kafka, hasta Tesla, Ford, Van Gogh y Dalí. 

Tom Sutton se encarga del marqués de Sade: dibujos llenos de contrastes en los que predomina el negro, que lo acercan a un estilo expresionista que es ideal para contar la historia dramática del marqués. Desde su nacimiento en una de las familias más importantes de Francia hasta sus encierros en distintas prisiones y el final en el manicomio de Charenton. La serie Big Book es de las mejores antologías que haya dado el cómic hasta ahora.

El Marqués de Sade: La Revolución del Pornógrafo

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Justine, del marqués de Sade, por Guido Crepax

Justine o los Infortunios de la Virtud (1791) fue la primera novela de Sade que se publicó. “Necesitaba dinero, mi editor me pidió que la hiciera muy picante. La sazoné tanto que indigestaría al mismo diablo”. Siguiendo el modelo de Cándido de Voltaire, su protagonista sufre una serie continua de abusos, robos y violaciones, pero sigue creyendo en Dios, en la virtud y el amor del prójimo. 

Justine se vuelve, en manos de Guido Crepax (1933-2003), en una obra de arte de la crueldad. El ilustrador erótico fue más conocido como el creador de Valentina, una sensual fotógrafa de Milán cuyas aventuras sadomasoquistas enfurecieron a las feministas y cautivaron la fantasía de generaciones de hombres italianos.

Valentina nació en mayo de 1965, en un papel secundario, como la novia del crítico de arte y detective aficionado Philip Rembrandt, pero pronto se transformó para eclipsar al protagonista original. Su corte de pelo, su cuerpo sinuoso, labios sensuales y “el culo más hermoso del mundo” la convirtió en un símbolo de erotismo sutil en un momento en que la sociedad italiana estaba aceptando una nueva era de liberación sexual. 

Sus fantasías desinhibidas derivan del mundo de los sueños, pero estaban ancladas en la carne y en la realidad italiana contemporánea. Inusual para una heroína de historietas, mostraba signos de envejecimiento, antes de ser abandonada por su autor en 1995. “Cuando era niño, odiaba el hecho de que los personajes de dibujos animados nunca envejecían”, explicó Crepax.

Inspirada por la actriz de cine mudo Louise Brooks y por su propia esposa, Valentina presentó una especie de dilema para las feministas italianas. Aprobaron su emancipación sexual y la política trotskista, pero estaban menos cautivadas por sus fantasías y la velocidad con la que se quitaba la ropa. La confusión entre sus roles como actriz sexual y objeto sexual dejó a muchos incómodos.

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Valentina, Guido Crepax.

Influenciado por el movimiento del arte óptico en Milán, y amante del cine y el jazz, Crepax encontró su vocación en la enigmática figura de Valentina. La tira se vendió con éxito en Francia, España, Alemania, Japón y Estados Unidos. Las doncellas creadas por Crepax traspasaron las fronteras de la corrección, pero rara vez cayeron en la vulgaridad. “He sacado látigos, cadenas y ataduras de todo tipo”, dijo. “Pero detesto la violencia, la falta de respeto por uno mismo o por los demás, y toda forma de exceso. Nunca hay una sola gota de sangre”.

En las décadas de 1970 y 1980, Crepax se centró en las adaptaciones fieles de la literatura erótica. Histoire d’O, de Pauline Réage, la biografía en cómic del libertino veneciano Casanova, y Emmanuelle. Crepax expresó que no se veía a sí mismo como parte de la cultura erótica más vulgar de Italia. En cambio, se sintió más relacionado con el erotismo intelectual de autores franceses clásicos como el marqués de Sade y Charles Baudelaire.

Como verdadero innovador de los cómics eróticos europeos, Crepax ha sido una inspiración para muchos otros artistas, entre ellos Jim Steranko, Frank Miller, Paul Pope y Chris Ware.

En 1991 publicó Venus in Furs (La Venus de las Pieles) de Leopold von Masoch (1870). Las obsesiones de Severin -un noble europeo que desea ser esclavizado por una mujer-, se vuelven vívidas en el estilo áspero de Crepax. A pesar de la crueldad retratada, Wanda nunca pierde la elegancia y el sentido estético, elevando la sumisión y el control sexuales a un nivel expresionista que lo alejan del estilo de cualquier cómic que se haya hecho en Estados Unidos.

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