¿Cómo salvar a un estudio de sí mismo? ¿Cómo salir de la monotonía de ese laberinto metatextual llamado MCU (Marvel Cinematic Universe), que canibalizó su propio éxito hasta la saturación a través del concepto del multiverso? En Deadpool & Wolverine, Shawn Levy (Free Guy, The Adam Project) tiene la respuesta: juntar en pantalla al Mercenario Bocón favorito de todos (Ryan Reynolds) con el retirado X-Men (en más de un sentido, porque Hugh Jackman había decidido colgar las garras).
Tomando como punto de partida el final de Deadpool 2 (2018), la historia de Deadpool & Wolverine comienza con el mundo del MCU en sus momentos previos al Chasquido de Thanos. Wade Wilson (nombre civil de Deadpool) es secuestrado por una célula de la Autoridad de Variación Temporal (TVA) -la organización burocrática introducida en la serie Loki-, liderada por Paradox (Matthew Macfadyen). Hay una amenaza multiversal, y nuestro protagonista necesita aliarse con el mutante más popular (a nivel cinematográfico) de un universo paralelo para llegar a su objetivo.
Deadpool & Wolverine: Only Fans
En Deadpool & Wolverine, Deadpool, que pertenecía a la hoy absorbida 20th Century Fox, mantiene su sanguinario y malhablado estilo, imposible separar de su intérprete. El humor y la acción tienen un ritmo vertiginoso, y se combinan con esporádicos momentos contemplativos que funcionan como una tregua en el contexto anfetoso de la película. Levy, junto con Rhett Reese (escritor en las tres iteraciones del personaje en cines) y el mismo Reynolds, aprovechan su rutina de comentarios irónicos y autoconscientes para inyectar dosis de sarcasmo a la realidad del MCU.
Al ser una historia sin complejidad, Deadpool & Wolverine maneja la narrativa de dos personajes que se apoyan el uno al otro (aunque no quieran) para salir adelante. Sin embargo, el balance se ve afectado: el humor particular de Deadpool suele llevarse puesto su propio drama y el de Wolverine, que por momentos parece un accesorio más que un co-protagonista. Hay momentos brillantes (como ejemplo, la pelea de los créditos iniciales) y momentos tediosos, como la batalla mostrada en un plano sin cortes con travelling lateral del tercer acto, que busca “homenajear” el famoso plano de Zack Snyder de 300.
Mientras Ryan Reynolds reparte obscenidad, ego y decapitaciones, Hugh Jackman trae un Wolverine arisco pero entrañable; Paradox de Macfadyen es correcto, pero si hace falta un villano carismático, aquí es donde entra la Cassandra Nova de Emma Corryn que se roba la pantalla casi en cada aparición que tiene.
Deadpool & Wolverine: un réquiem para Fox
Para el público iniciado en el lore del MCU y la masividad de Marvel (y la cultura popular), el alivio llegará en forma de fan service, que permite asimilar la sobrecarga humorística con un desfile de cameos, chismes, metacomentarios, personajes recordados, queridos, olvidados. Y esto es porque esta película es un evento de FOX, aunque esté en Disney.
Marvel hoy en día es una marca masiva, pero antes de las películas, las series de TV y las animaciones, hubo una editorial. Su producto son los cómics, y en la última década del siglo XX se produjeron dos cosas significativas para la empresa: la creación de Deadpool, y la amenaza de bancarrota.
Deadpool, creado por Rob Liefeld y Fabian Nicieza, es un personaje que, además de parodiar a la Distinguida Competencia, es uno de los pocos conscientes de su entorno: o sea, que se encuentra en un cómic. Durante la década de 1990, la editorial que lo vio nacer tuvo que vender derechos de muchos personajes para evitar la bancarrota. Es por esto que Blade terminó en New Line Cinema (Warner), X-Men en 20th Century Fox y Spider-Man en Sony.
Cuando en 2008 Iron-Man se convierte en la piedra angular de lo que sería el MCU (primero con Paramount y Disney, para luego ser exclusivo de la compañía del ratón), los personajes más importantes de Marvel a nivel ventas en cómics quedaron fuera de alcance. Luego de muchas negociaciones, Spider-Man pudo, en un esfuerzo cooperativo, entrar en Captain America: Civil War (2016). Sin embargo, los mutantes tendrían que esperar hasta que Disney compre Fox.
Y es que Deadpool & Wolverine es, en sí, un evento que marca el final a la etapa de 20th Century Fox con personajes de Marvel. Al igual que Spider-Man: No Way Home, está diseñada para el fandom, con una historia movida por la acción y la comedia que Reynolds nació para entregar, y con la entrañable química que, junto a Hackman, destilan a través de la pantalla.